La Razón Pura y su maquinaria. 12.01.23

 


La Razón Pura y su maquinaria. 


Andrés Acosta Barrera. Lic. en Filosofía. andresacosta9911@gmail.com



Lectura del primer prefacio de la Crítica de la Razón Pura



En el ambito del divagar filosófico se ha puesto de manifiesto un término que desde la antiguedad ha tenido gran relevancia y que hasta hoy no ha perdido en modo alguno su valor: me refiero al tiempo. Se consideraba en la antigua Grecia con el término Cronos a aquel monstruo que tuvo la osadia de comerse a sus hijos. De un modo metafórico se explica con esto que ha sido el tiempo el responsable de tragarse a sus propias criaturas, es la muerte lo que a todos nos espera al cumplir o realizar nuestro tiempo.  Antes de que los humanos existieran,ocurría este tipo de sucesos que enfrentaban a los titanes entre sí. Por otra parte, sigue siendo aquel monstruo el victimario que aqueja a gran parte de la humanidad. El tiempo en el trabajo, el tiempo que tengo de vida, el tiempo en que se han desarrollado las relaciones afectivas, el tiempo en que demoro preparando un tema para escribir, etc., La más reciente discusión, o aparentemente es así, tiene que ver con el tiempo que le resta a la especie humana. Debido a los sentimientos de codicia, soberbia, orgullo, y un poder ilimitado, unidos al poder de la técnica y la ciencia, la humanidad está próxima a la ausencia definitiva del tiempo. 


Existen miles de representaciones que nos conllevan a hablar del tiempo. La razón de esto es que cualquier cosa que pensemos o con las que tengamos un contacto físico está sometido a la regla del tiempo. La referencia a los problemas filosoficos obliga al pensador a ubicar el ambito de las ideas no sólo en la perspectiva del presente y su configuración particular, sino lo convoca a remitirse a otras etapas en el tiempo, en el que es posible apreciar la transformación de las ideas, el cambio de los horizontes del fundamento del ser. En la obra de la Crítica de la Razón Pura la naturaleza del tiempo es algo que también se pone en discusión. (Kant, 2008, p. 74-75) No obstante, un aspecto a considerar aquí es el tiempo en el que se ubica la creación, el desarrollo y las consecuencias de esta obra. Una imagen interesante propuesta por el profesor Guillermo Muñoz Castelblanco en las conferencias sobre Immanuel Kant radica en la idea de poner como analogía de la razón el concepto de máquina. Es la razón humana aquel sistema que construye la realidad de acuerdo a una serie de mecanismos, de diversas funciones que entre sí consolidan la construcción de un objeto. Existe una materia prima que proviene del “ambito exterior”, posteriormente la máquina procesa aquella materia prima, pasando por las etapas de la sensibilidad, la imaginación, la reproducción, las categorías, los conceptos, la autoconciencia, etc.,; tanto la banda de los procesos empíricos como los de carácter apriori, son los que moldean , dan forma a un objeto que se pone en circulación y que llamamos cosa. Pero de un modo mucho más complejo, puede asumirse que todos aquellos procesos que ocurren en la conciencia humana y no fuera de ella, son los que producen la objetividad. 


Poniendo en retrospectiva el origen de la reflexión sobre el pensamiento “puro” propuesto por Immanuel Kant vale considerar por tanto el simbolo que representa la máquina. El mecanismo que le permitió a la burguesia romper con el mundo medieval para asumirse desde una perspectiva donde ya no era dios el centro del universo sino la razón humana. ¿es el lenguaje de Kant el reflejo de una época en el que el ser humano es consciente de que él mismo fabrica los contenidos y las formas de su propia experiencia? Podría decirse que desde una perspectiva previa a la reflexión kantiana el objeto que produce la máquina, el vaso, el computador o lo que sea o ,en términos filosóficos, la objetividad,  es algo que existe en sí mismo independientemente de una conciencia o máquina que lo produzca. Por tanto, el interés de Immanuel Kant radica en exponer cuál es la naturaleza de aquella máquina llamada razón y de qué modo su mecanismo construye lo que llamamos objetividad o realidad.  


Con la investigación realizada por el filósofo de Konigsberg, el reino de la naturaleza pierde todo su poder, siendo, por tanto, el ser humano aquel que asume plenamente la responsabilidad de la objetividad, es decir, el asumir con autoconciencia que el mundo y sus obras no han sido otra cosa que el producto del espíritu humano. Por supuesto, se han puesto en consideración términos y conceptos difíciles como el de objetividad. Pero es preciso previamente reconocer el cuerpo y la estructura de la máquina de la razón pura para lograr así la comprensión del significado de este término. Es importante enfatizar en esto puesto que existen otras versiones interpretativas de la obra de Immmanuell Kant en que se asume que su obra trata de una teoría del conocimiento. Que su interés radica en explicar cómo conoce el ser humano, cómo capta los objetos con los sentidos, cómo se complejiza en este autor la relación entre sujeto y objeto. Pero de entrada esta interpretación impide ahondar en el significado y propósito de esta obra, la cuál más que el tema del conocimiento, cuestiona por el proceder de la elaboración de la realidad misma desde una perspectiva antropológica. Quizá aún en el imaginario colectivo aparece la imagen de Immanuel Kant como si fuera la de un sacerdote, tal y como lo promulgo Nietzsche en sus agudas y certeras críticas. Pero dejando de lado esta imagen vale considerar en este pensador lo que significó Nicolas Copernico para su época, una nueva visión del mundo, la cual para imponerse requirió de guerras, sangre, lágrimas y demasiado pensamiento para dejar un pasado querido, pero ya obsoleto. 


Ahora bien, en lo que se refiere a la historia, al tiempo que vivió Immanuel Kant, no sólo se pone en contexto una imagen del mundo en el que ser humano ya no es un ser pasivo, el cual contempla con admiración la obra divina o la physis, sino que ahora se asume como la ingeniera (la especie humana)  de una realidad susceptible de cambiar de acuerdo al deseo humano. Si llega cualquier persona a admirar la belleza de los ríos, los paramos, los bosques, etc., afirmando que ahí se expresa la obra de los dioses, o la esencia de la naturaleza, puede llegar ahora el hombre moderno y decir que todo eso tiene que cambiarse por carreteras, edificios, parques, etc., El problema que trajo el descubrimiento de Descartes, la subjetividad, le dio la plena conciencia a los seres umanos de someter al mundo desde su conocimiento, en detrimento de una supuesta esencia contenida en las “cosas mismas” Siendo Immanuel Kant el heredero de los debates que generó el escandalo producido por Descartes, consideró pertinente ahondar más en el continente de la subjetividad y con ello responder a la euforia producida por el entusiasmo del fuego de Prometeo. ¿Qué es eso de la subjetividad? si el humano conociera las propiedades del fuego, del aire, del agua, etc., ¿podría efectivamente someter la naturaleza a su arbitrio y su criterio? De ser esto así, ¿de qué manera entender y comprender el poder que el ser humano posee en su razón? en el caso de que un sujeto particular supiera que puede hacer lo que le venga en gana en tanto no hay una ley  externa que se lo prohiba, pudiendo esclavizar a otros seres vivos de acuerdo a su necesidad, ¿podría ser esto justificado en tanto se trata de la construcción de la realidad de este sujeto? Immanuel Kant enfrentó este tipo de interrogantes en la Metafísica de las Costumbres, pero por ahora no se discutira esto aquí. Lo qué si vale resaltar es que el optimismo por el poder que se consolidó mediante el desarrollo de la ciencia moderna creyó poder llevar sin mayores riesgos a la perfección de la especie humana. No obstante, pese al aparente desarrollo de la revolución industrial, la perfección de las máquinas, la apertura a nuevos mercados y el conocimiento de otros pueblos y culturas, el nivel de la reflexión filosófica fue degenerando al punto de considerarse que lo real no es tanto lo que produce racionalmente el sujeto, sino que la realidad es aquello que se puede tocar, palpar, percibir, siendo lo externo a la conciencia, el fundamento del saber. En otras palabras, de la mano del empirismo, se consideró que el fundamento de la experiencia humana se encontraba en el ambito externo al individuo más no en su propio entendimiento. 


El motor de la razón: la contradicción


La comprensión de esto último tiene que ir aunado a la lectura del primer prólogo de la Crítica de la Razón Pura. Antes de poner el debate contra el empirismo, Immanuel Kant considera esencial desarrollar a fondo la característica principal y propia de la razón: su aspecto contradictorio. Antes de poner el debate de si la cosa existe fuera del sujeto, o si el sujeto es el eje de la existencia del objeto, o de si dios hizo al hombre o el hombre a dios, cuestiona este filósofo por la capacidad de la razón de poner una tras otra cuestiones que lo obligan a contestar de diversas maneras que, ante ello, lo mueven también hacia perpetuas contradicciones.  Afirma en el primer párrafo del primer prólogo. 


“La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades” (p.7)


El problema de la razón radica en su propio destino. Su andar le exige poner en juego cuestiones y preguntas, que poco a poco lo llevan a ambitos más complejos y dificiles de determinar de un modo inmediato. Sin embargo, a qué tipo de cuestionamientos se refiere Kant? Sabido es que el ser humano desde remota edad pone en juego preguntas e incognitas, quizá con el afan de saber o entender aquello que se le presenta. Pareciera que la pregunta es el motor que permite desenvolver aquello que se manifiesta de manera simple en la experiencia cotidiana. Parte de las enseñanzas de las escuelas consiste en mostrar y explicar las preguntas que la humanidad se ha planteado en las diversas areas del saber humano. Corresponden a este tipo de saberes, las experiencias de orden empirico en el que aparecen para el sujeto los fenomenos asociados a la biología, la geografía, la historia, la química., etc. Pero con estos terminos van relacionados cuestionamientos acerca del origen del mundo, el tamaño y la posición de la tierra en el universo, el comienzo del relato, el orden de las cosas que subyace tras éstas. En el campo de la historia del pensamiento es posible hallar las diversas respuestas y proposiciones relativas a las incognitas que sobrepasan todo posible uso empirico. El no entender que el pensamiento humano no habla propiamente de cosas que aprecia empiricamente y que observa, sino que habla de un relato cuya organización requiere del criterio de la razón trascendental empuja a la razón a creer que pelea y discute en pro de una objetividad, aparentemente ajena a él, pero que hace parte de su construcción apriori, independiente de todo experiencia empírica. 


¿de qué modo la razón se encuentra en la necesidad de estudiarse a sí misma? ¿tal necesidad corresponde a la situación de confusión y perplejidad en que cierto modo de organizar el lenguaje impide explicar los procesos del saber que experimentan el sentido metafísico?  ¿puede ser la realidad algo comprensible sin entender las dinamicas y los procesos de la razón humana? El interés del presente texto es concluir con dudas y preguntas que surgen cuando se lee desde el comienzo el contexto relativo a los prefacios de la Crítica de la Razón Pura.  



Bibliografía


Libros


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